Mi Playa Bonica

Nos encontramos en un momento de emergencia ambiental, donde consecuencias provocadas por desequilibrios ambientales como pandemias o cambios evidentes de efectos climáticos son ya realidades en nuestra vida. La contaminación y la degradación con su consecuente pérdida de funcionalidad de los ecosistemas exponen un riesgo para la especie a nivel toxicológico, social y económico de magnitudes aún por dimensionar y en subida exponencial.

El ser humano se enfrenta a uno de los retos más complejos de la historia moderna, adquirir un comportamiento como especie en el modelo de vida actual, usando el sistema natural (base de su estado de bienestar, economía y supervivencia) de forma sostenible, todo un reto que es deuda para las generaciones venideras.

Estas generaciones, en las que enfocamos todos nuestros esfuerzos para darle una mejor calidad de vida, sufrirán las consecuencias aún por determinar de un entorno ambiental deteriorado y unos ecosistemas disfuncionales que dejarán de prestar sus servicios ecosistemicos imprescindibles para la calidad de vida y el desarrollo de la especie en todos sus ámbitos por lo que es de urgente responsabilidad adquirir pautas, rutinas y tendencias que ayuden hacia esta transición hacia un modelo perdurable tan necesaria.

No debemos olvidar que la verdadera calidad de vida está ligada a una bondad climática y unos recursos naturales saludables y funcionales.

El plástico, la basura dispersa de composición plástica mayoritariamente, lleva un siglo escaso con nosotros, y se encuentra en los ecosistemas más remotos de nuestro planeta. La humanidad se enfrenta a un problema complejísimo de contaminación procedente del mismo, siendo este un desafío de carácter internacional pero actuación local, donde los esfuerzos de todas las partes y la sabiduría de todas las mentes se hacen imprescindibles para esta tremenda prueba de supervivencia como especie.